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TEATRO DE LA PRIMERA POSGUERRA Y EXILIO
La Guerra Civil fue un corte
profundo para la trayectoria de nuestro teatro. Al terminar la
contienda:
-unos dramaturgos han muerto
(Valle-Inclán, García, Lorca...);
-otros
sufren el exilio:
Casona, Alberti, Max Aub. Continúan escribiendo, experimentando,
sobre todo en el caso de Aub, autor de obras renovadoras y profundas
acerca de las guerras mundiales y española, de un profundo
humanismo: San
Juan;
-de escaso interés es lo que aún
producen viejos maestros como Benavente o Arniches.
El
cine
es
otra razón de la crisis del teatro.
Como contrapartida, consignemos la meritoria labor de los Teatros
Nacionales en Madrid. Junto a ellos, cobrarán importancia, sobre
todo en los años 50, los Teatros de Cámara y los grupos como el TEU
(Teatro Español Universitario).
El panorama
de la escena española resulta pobre. Dos son los condicionamientos:
comerciales
(los empresarios
se
someten a las preferencias del público burgués) e ideológicos (se
agravan las limitaciones
ejercidas
por una censura
férrea).
Así, triunfará un teatro de «diversión»,
intrascendente
o conformista. En los primeros años 40, cabe señalar las siguientes
líneas:
-Un tipo de
alta
comedia
en
la
línea del teatro benaventino.
Autores:
Pemán, Luca de Tena, López Rubio, Neville, Calvo Sotelo, etc.
Añadían una crítica amable de la burguesía española a la defensa
de los valores tradicionales del franquismo: la religión católica,
la familia y la autoridad.
-En el
teatro
cómico
encontramos una de las facetas más interesantes de aquellos años:
la línea que va de Jardiel Poncela a Mihura.
Se
habían propuesto «renovar la risa», introduciendo lo inverosímil.
Ambos se han considerado precedentes del teatro del absurdo, al menos
por la introducción de un humor disparatado y poético.
a. Enrique
Jardiel Poncela
(1901-52), escribió teatro poético, simbólico, vanguardista,
humorístico, lleno de situaciones inverosímiles y sorprendentes,
con personajes fáciles de identificar. Obras suyas son: Cuatro
corazones con freno y marcha atrás,
Eloísa
está debajo de un almendro.
b. Miguel
Mihura
(1905-77). Director y fundador de La
Codorniz
o La
ametralladora,
guionista, lleva al teatro el humor y la ternura, en una realidad
distorsionada, de gran poder imaginativo y poético. El humor nace
del código lingüístico, del absurdo, de la paradoja, del ingenio,
de la imaginación y de la libertad. Obras: Tres
sombreros de copa,
Maribel
y la extraña familia
y Ninette
y un señor de Murcia.
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CORRIENTE EXISTENCIAL
En una línea muy distinta, hay
que situar, en los 40, el nacimiento de un teatro que podemos
denominar existencial.
Sus
características
son similares a las de los otros géneros:
-traspasan al ámbito de lo
personal los problemas sociales;
-los personajes son seres
angustiados y desarraigados;
-se expresa una doble angustia:
personal y social, por la situación de miedo, represión y hambre;
-los temas son el vacío
personal, la soledad del hombre y el desarraigo;
-la lengua literaria se centra en
la comunicación, más que en lo formal.
Dos fechas
resultan claves: 1949, con el insólito estreno de Historia
de una escalera
(premio Lope de Vega),
de
Buero Vallejo, y 1953, en que un teatro universitario presenta
Escuadra
hacia la muerte, de
Alfonso Sastre, que fue prohibida poco después. Son signo de un
teatro distinto.
Hacia
1955, los autores se unirán a la literatura social.
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EL TEATRO REALISTA DE PROTESTA Y DENUNCIA: LOS AÑOS 50
Alrededor
de mediados de los 50 se marca el cambio, de lo existencial a lo
social: Buero publica un artículo en 1955 contra la censura; Sastre
estrena La
mordaza,
en el 54, y Ana
Kleiber,
en el 55, suspendidas casi inmediatamente.
Pasamos a una nueva etapa
orientada hacia el teatro social (o «de protesta y denuncia»). Ha
aparecido un público nuevo, juvenil y universitario. Además, la
censura se relaja. Triunfa la concepción del realismo social.
La temática
de sus obras sería la burocracia deshumanizada y la esclavitud del
trabajador,
las
angustias de los jóvenes,
la
situación de los obreros forzados a emigrar...
Lo
común es la injusticia social y la
alienación.
Frente a ello, la actitud del autor será de testimonio o de
protesta.
En cuanto a
los rasgos
técnicos,
se inscriben en el realismo, aunque con añadiendo recursos y
lenguaje de sainete, rasgos esperpénticos, cierto simbolismo... Su
teatro, en gran parte, no llegó a los escenarios.
Alfonso
Sastre,
nacido en 1926, es el principal teorizador del teatro social: en
Drama
y sociedad expone
sus tesis, defendiendo la superioridad de lo social sobre lo
artístico.
Siempre
mantuvo una actitud muy crítica, a favor de la agitación y la
transformación
social: el autor debe actuar como si hubiera libertad (frente al
posibilismo que defendía Buero). Crea un teatro trágico, de
protesta. A pesar de los problemas con la censura, ha sido muy
influyente.
Tras su
etapa existencial, obras
sociales son Escuadra
hacia la muerte
o Muerte
en el barrio
(un niño es atropellado y muere por no recibir asistencia médica;
de ahí se desarrolla el tema principal: la responsabilidad social y
el sentimiento de culpa). Otra de sus obras es La
taberna fantástica
(1966, estrenada en 1985), que presenta todos los rasgos
de su teatro:
-exposición naturalista de la
miseria;
-denuncia social: llamada a la
concienciación y el compromiso;
-evita la linealidad del teatro
convencional;
-introduce la voz del autor, en
monólogo y verso;
-la lengua es muy rica, cercana
al esperpento, cargada de elementos de jerga y argot.
Otras obras
fundamentales son La
cornada
o La
sangre y la ceniza.
Tras Buero
y Sastre aparecerán autores nacidos en torno a 1925, como Lauro Olmo
(La
camisa).
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LA BÚSQUEDA DE NUEVAS FORMAS: AÑOS 60-70
El teatro
realista y social siguió siendo defendido, durante los años 60, por
un sector de la crítica, como el único que respondía a las
circunstancias del país. Pero, a la vez, otros dramaturgos se
lanzaron a una renovación
de la expresión dramática:
-Se supera
el realismo
y
se asimilan corrientes experimentales
del
teatro extranjero: nueva vanguardia teatral.
-El
contenido del nuevo teatro era tan crítico o más que el social, por
lo que fueron censurados;
-Su audacia formal los alejó de
los escenarios convencionales y del público mayoritario.
Algunos
autores
son:
• Fernando
Arrabal
(1932): se exilia en 1955 en Francia. Autor de teatro, novelas,
ensayos... Crea el Teatro
Pánico,
basado en:
-une lo absurdo con lo cruel e
irónico;
-identifica el arte con la vida;
-todo el espectáculo se disfraza
de ceremonia;
-recoge elementos del Teatro de
la Crueldad, de Artaud y del Absurdo;
-se basa en el humor, la pasión,
la vitalidad, el disparate, los juegos de palabras sugerentes;
-mezcla lo vanguardista con lo
esperpéntico y superrealista, para crear un continuo efecto de
sorpresa.
Ejemplos de
sus obras
son Pic-Nic,
El
triciclo,
El
laberinto,
El cementerio de automóviles
o El
arquitecto y el emperador de Asiria.
También escribe obras políticas: Teatro
de guerrilla (1969).
• Francisco
Nieva
(1927-2016): dramaturgo y escenógrafo. Hasta finales del franquismo
no consigue estrenar sus obras.
El mismo Nieva divide sus obras
en dos grupos: teatro furioso y teatro de farsa y calamidad, basadas
en:
-el gusto por la complejidad,
-el elevado cuidado estético y
-el barroquismo.
Ejemplos de
obras
son: La
carroza de plomo candente,
y Coronada
y el toro
o Malditas
sean Coronada y sus hijas.
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ANTONIO BUERO VALLEJO (1916-2000)
Biografía
Su primera
vocación fue la pintura y cursó estudios de Bellas Artes en Madrid.
En 1936, se alista en el ejército republicano. Al término de la
guerra es condenado a muerte, pero se le conmuta la pena. En 1947, es
indultado. En 1949 gana con Historia
de una escalera el
premio Lope de Vega. El estreno significó la aparición de un nuevo
teatro. Desde entonces, ha seguido estrenando con éxito. En 1971, es
elegido miembro de la RAE. En 1986, recibe el premio Cervantes.
Visión del teatro
Es, ante
todo, un trágico.
La
tragedia supone una mirada lúcida sobre el hombre y el mundo, no
pesimista. Su función es:
-inquietar:
plantea problemas, interrogantes lanzados al espectador, quien ha de
reflexionar y comprometerse acerca del conflicto abierto;
-curar:
señala la necesidad de una superación
personal
y colectiva: debe lucharse
contra
todas las fuerzas morales o sociales que se oponen al desarrollo de
la dignidad humana.
Sus obras
mantienen la esperanza
de
un mundo más humano y justo.
Temática
Las obras de Buero giran en torno
al deseo humano de realización y a sus dolorosas limitaciones: la
búsqueda de la felicidad, de la verdad, de la libertad, se ve
obstaculizada por el mundo en que el hombre vive. Siempre lo enfoca
desde un plano de ético compromiso.
Personajes
Suelen presentar las siguientes
características:
-les marca alguna tara física o
psíquica;
-no se reducen a simples esquemas
o símbolos: son complejos, se transforman;
-se ha distinguido entre
personajes activos (carecen de escrúpulos y actúan movidos por el
egoísmo, si con ello consiguen sus objetivos) y contemplativos (se
sienten angustiados: su mundo es demasiado pequeño, cerrado a la
esperanza; sueñan un imposible, abocado al fracaso).
Trayectoria
•
Primera
época.
Teatro en esencia tradicional, respetuoso con las unidades
dramáticas. Se ha hablado de realismo
simbólico. Se observan técnicas modernas, en el espacio escénico
(Historia
de una escalera)
o la luminotecnia (En
la ardiente oscuridad).
•
Segunda
época.
Teatro histórico,
con un tema central: el destino del pueblo en una sociedad injusta.
Se insiste en la faceta social del ser humano. Destacan Un
soñador para el pueblo (1958),
sobre Esquilache, o Las
Meninas (1960),
sobre Velázquez. Como obra de transición, camino de la tercera
etapa (inmersión), se cita El
tragaluz,
con rasgos tomados del teatro épico brechtiano (narradores
intermediarios): lo más interesante es la utilización de espacios
distintos y poco usuales, de símbolos (el sonido del tren) y de los
dos planos teatrales (personajes y experimentadores).
•
Tercera
época: la inmersión.
El espectador no ve la realidad, sino la historia desde dentro, desde
el punto de vista de un personaje. Aquí se incluyen El
sueño de la razón (1970)
o La
Fundación (1974),
una de sus cimas dramáticas: cinco personajes trabajan para un
centro de investigación llamado La Fundación; viven en una
agradable habitación con bonitas vistas; según se avanza en el
desarrollo de los diálogos, se descubre que su situación no es sino
la percepción subjetiva de uno de los personajes: la habitación es
en realidad una celda, y se encuentran allí porque él los delató y
el sentimiento de culpa le hizo perder el sentido de la realidad.
Buero Vallejo ha sido el gran
autor trágico de nuestro teatro contemporáneo. Dentro de esa línea,
su trayectoria resume los pasos del teatro español desde los años
40.
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